En el episodio anterior dijimos que los modos narrativos son los reguladores de la información que se entrega al lector, estos reguladores son la distancia y la perspectiva. Para hablar de distancia nos adentramos en la Mimesis narrativa y su relación con este regulador a través de los factores: relato de acontecimiento y relato de palabras.
Ahora hablaremos del segundo regulador, la perspectiva, que se refiere a quién ve la historia que se narra. Para ello, empezaremos por dar una mirada a las tipologías de situaciones narrativas que guiaron a Genette en la propuesta de una tipología en tres términos.
Estás en el Calentamiento del Gimnasio para Escritores, acá los martes y jueves te entrego el resumen de un libro de teoría para escritores de ficción y los viernes envío a tu correo ejercicios de escritura creativa, son ejercicios diseñados para ayudarte a liberar los bloqueos generados por la hoja en blanco y para que pongás en práctica los pilares de este Gimnasio: autocrítica, determinación y constancia.
Mi nombre es Eddy Janeth M.H, yo soy escritora, directora de teatro, docente, fundadora del Gimnasio para Escritores y tu entrenadora personal.
¿Empezamos?
- Hablemos de perspectiva
- Las ocho situaciones narrativas según Norman Friedman
- Los aspectos del relato según Todorov
- Clasificación de situaciones narrativas en Genette
Hablemos de perspectiva
Inicialmente, Genette se sirve de la Tipología del foco narrativo, este término fue acuñado como equivalente a punto de vista y propuesto por Cleanth Brooks y Robert Penn Warren.
En esta tipología, la perspectiva, es decir quién ve, se determina a partir de dos elementos: acontecimientos analizados desde el interior y acontecimientos observados desde el exterior; y la voz narrativa, es decir, quién habla, se determina a partir de cuán involucrado está el narrador en la acción que se cuenta: personaje presente o personaje ausente.
Entendamos aquí acción desde la definición Aristotélica:
“En cuanto a la imitación narrativa y en verso, es evidente que se debe estructurar las fábulas, como en las tragedias, de manera dramática y en torno a una sola acción entera y completa, que tenga principio, partes intermedias y fin, para que, como un ser vivo único y entero, produzca el placer que le es propio…”
Ahora bien, para Genette, esta es una clasificación escueta que deja fuera elementos fundamentales de la ecuación referida a la perspectiva.
En su opinión, la clasificación de ocho situaciones narrativas propuesta por Norman Friedman completa la ecuación.
La clasificación de Friedman es la siguiente:
Las ocho situaciones narrativas según Norman Friedman
Dos tipos de narración omnisciente con y sin intrusiones de autores
Es un tipo de narración donde el narrador tiene conocimiento total de los acontecimientos de la historia y presenta o no opiniones y comentarios en medio de la narración.
Un ejemplo de este tipo de narración es El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez:
“Fermina Daza estaba en la cocina probando la sopa para la cena, cuando oyó el grito de horror de Digna Pardo y e1 alboroto de la servidumbre de la casa y enseguida el del vecindario. Tiró la cuchara de probar y trató de correr como pudo con el peso invencible de su edad, gritando como una loca sin saber todavía lo que pasaba bajo las frondas del mango, y el corazón le saltó en astillas cuando vio a su hombre tendido bocarriba en el lodo, ya muerto en vida, pero resistiéndose todavía un último minuto al coletazo final de la muerte para que ella tuviera tiempo de llegar. Alcanzó a reconocerla en el tumulto a través de las lágrimas del dolor irrepetible de morirse sin ella, y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle con el último aliento:
-Sólo Dios sabe cuánto te quise.”
Podemos identificar la omnisciencia en este texto, no porque esté escrito en tercera persona, pues la persona gramatical, no determina la perspectiva, sino porque podemos notar que el narrador tiene conocimiento de aquello que el personaje apenas va a descubrir y entonces lleva al lector a través de la situación y la conciencia de los personajes a medida que van alcanzando el conocimiento del narrador, a medida que se acercan al suceso.
Dos tipos de narración en primera persona
El narrador es un personaje en el relato, puede ser un testigo que narra la historia de alguien más como es el caso de Watson en Sherlock Holmes de Conan Doyle o el protagonista narrando su propia historia como en Pedro Páramo de Juan Rulfo.
Aquí un fragmento de Sherlock Holmes para ejemplificar al narrador testigo:
“Era poco lo que yo había sabido de Holmes en los últimos tiempos. Mi matrimonio nos había apartado al uno del otro. Mi completa felicidad y los diversos intereses que, centrados en el hogar, rodean al hombre que se ve por vez primera con casa propia, bastaban para absorber mi atención; Holmes, por su parte, dotado de alma bohemia, sentía aversión a todas las formas de la vida de sociedad, y permanecía en sus habitaciones de Baker Street, enterrado entre sus libracos, alternando las semanas entre la cocaína y la ambición, entre los adormilamientos de la droga y la impetuosa energía de su propia y ardiente naturaleza. Continuaba con su profunda afición al estudio de los hechos criminales, y dedicaba sus inmensas facultades y extraordinarias dotes de observación a seguir determinadas pistas y aclarar los hechos misteriosos que la policía oficial había puesto de lado por considerarlos insolubles. Habían llegado hasta mí, de cuando en cuando, ciertos vagos rumores acerca de sus actividades: que lo habían llamado a Odessa cuando el asesinato de Trepoff; que había puesto en claro la extraña tragedia de los hermanos Atkinson en Trincomalee, y, por último, de cierto cometido que había desempeñado de manera tan delicada y con tanto éxito por encargo de la familia reinante de Holanda. Sin embargo, fuera de estas señales de su actividad, que yo me limité a compartir con todos los lectores de la prensa diaria, era muy poco lo que había sabido de mi antiguo amigo y compañero.”
Ese fue el narrador testigo. Ahora un fragmento de Pedro Páramo de Juan Rulfo para ejemplificar el narrador protagonista.
“Y esto fue lo que sucedió:
Viniendo de la calle, entró una mujer en el cuarto. Era vieja de muchos años, y flaca como si le hubieran achicado el cuero. Entró y paseó sus ojos redondos por el cuarto. Tal vez hasta me vio. Tal vez creyó que yo dormía. Se fue derecho a donde estaba la cama y sacó de debajo de ella una petaca. La esculcó. Puso unas sábanas debajo de su brazo y se fue andando de puntitas como para no despertarme.
Yo me quedé tieso, aguantando la respiración, buscando mirar hacia otra parte. Hasta que al fin logré torcer la cabeza y ver hacia allá, donde la estrella de la tarde se había juntado con la luna.
—¡Tome esto! —oí.
No me atrevía a volver la cabeza.
—¡Tómelo! Le hará bien. Es agua de azahar. Sé que está asustado porque tiembla. Con esto se le bajará el miedo.
Reconocí aquellas manos y al alzar los ojos reconocí la cara.»
Nótese que, como señala Genette, lo que diferencia un tipo de narración de otra en la clasificación de Friedman no es la perspectiva del narrador sino la voz, quién habla; es decir, en ambos tipos, el narrador narra desde la perspectiva de un personaje que hace parte de la historia y por tanto sabe sólo lo que sabe ese personaje.
Narración omnisciente selectiva y multiselectiva
En este caso el punto de vista es limitado. El narrador no es un personaje en la historia, pero su perspectiva es igual a la de uno o varios personajes de ella. Aquí, nuevamente cambia quién habla pero no quién ve, es como si se narrara Pedro Páramo en tercera persona pero el foco estuviera en el punto de vista del protagonista, de modo que tendríamos exactamente la misma historia, así:
Y esto fue lo que sucedió:
Viniendo de la calle, entró una mujer en el cuarto. Era vieja de muchos años, y flaca como si le hubieran achicado el cuero. Entró y paseó sus ojos redondos por el cuarto. Tal vez hasta lo vio. Tal vez creyó que dormía. Se fue derecho a donde estaba la cama y sacó de debajo de ella una petaca. La esculcó. Puso unas sábanas debajo de su brazo y se fue andando de puntitas como para no despertarlo.
Él se quedó tieso, aguantando la respiración, buscando mirar hacia otra parte. Hasta que al fin logró torcer la cabeza y ver hacia allá, donde la estrella de la tarde se había juntado con la luna.
—¡Tome esto! —le oyó decir.
No se atrevía a volver la cabeza.
—¡Tómelo! Le hará bien. Es agua de azahar. Sé que está asustado porque tiembla. Con esto se le bajará el miedo.
Reconoció aquellas manos y al alzar los ojos reconoció la cara.
Dos tipos de narración objetiva
Este tipo de narración nos envía de vuelta a la frialdad del relato puro que persigue una objetividad casi utópica.
Aquí un fragmento de la novela El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio:
“Siempre estaba sentado de la misma manera: su espalda contra lo oscuro de la pared del fondo; su cara contra la puerta, hacia la luz. El mostrador corría a la izquierda, paralelo a su mirada. Colocaba la silla de lado, de modo que el respaldo de ésta le sostribase el brazo derecho, mientras ponía el izquierdo sobre el mostrador. Así que se encajaba como en una hornacina, parapetando su cuerpo por tres lados…”
Las teorías relacionadas con el relato puro, con el ideal de una narración libre de subjetividades y que logre presentar las situaciones y los hechos como son y no como son según x o y tienden a ser consideradas utópicas pues el “yo” siempre estará de por medio. No quiero detenerme en este tema, pero sí señalar la continuación del fragmento citado pues, deja ver la subjetividad del narrador tan exitosamente oculta en el fragmento anterior:
“…y por el cuarto quería tener luz. Por el frente quería tener abierto el camino de la cara y no soportaba que la cortina le cortase la vista hacia afuera de la puerta.”
La subjetividad de la que hablo puede leerse en expresiones como “quería” y “no soportaba”, el narrador, en este pequeño fragmento, demuestra que tiene acceso a la conciencia del personaje y entonces ya no es una narración objetiva porque describe desde la perspectiva del personaje.
Señalemos en este punto que aplicar un tipo de perspectiva a un relato no quiere decir que toda la narración tenga un único punto de vista, este, como es natural, suele ser variable.
Hasta aquí hemos visto dos tipologías de situaciones narrativas, la de Cleanth Brooks y Robert Penn Warren y esta última de Norman Friedman, para Genette, estas teorías:
“…sufren, (…) de una enojosa confusión entre lo que aquí llamo modo y voz, es decir, entre la pregunta: ¿cuál es el personaje cuyo punto de vista orienta la perspectiva narrativa? Y en esta pregunta muy distinta: ¿quién es el narrador? O por decirlo más rápido, entre la pregunta: ¿quién ve? Y la pregunta ¿quién habla? …”
La confusión es generada, según Genette, al presentarse como una clasificación de punto de vista que mezcla elementos de la voz narrativa, es decir, que responde a la pregunta ¿quién habla? Por esta razón, su propuesta, a partir de la teoría de Todorov, es una clasificación de perspectiva que excluye de la ecuación a la voz narrativa.
Los aspectos del relato según Todorov
En la clasificación de Todorov podemos encontrar las categorías de Friedman, pero recogidas en tres aspectos, de manera que la diferencia entre uno y otro no es quién habla sino quién ve, es decir, encontramos diferencia de perspectiva narrativa no de voz:
Primer aspecto
Narrador > personaje: el narrador sabe más que su personaje.
Aquí encontramos el equivalente a las dos categorías de narración omnisciente propuesta por Friedman.
El narrador es omnisciente y tiene conocimiento total de la historia, lo que ha pasado, lo que está pasando en simultáneo y lo que pasará; también tiene conocimiento de los pensamientos, sensaciones y sentimientos de todos los personajes de la historia, conoce sus secretos y deseos aun cuando el personaje los ignore.
Segundo aspecto
Narrador = personaje: el narrador conoce lo mismo que el personaje
El equivalente en Friedman son la narración en primera persona y la narración selectiva y multiselectiva.
Aquí el narrador no puede ofrecer al lector ninguna información que no conozca el personaje que determina su perspectiva, pudiendo cambiar el foco hacia un nuevo personaje bien para contar los mismos hechos desde otra perspectiva o bien para contar otros.
En el primer caso, contar los mismos hechos desde otra perspectiva, estaríamos delante de lo que Todorov ha denominado “visión estereoscópica”.
Y el tercer aspecto es donde
Narrador < personaje: el narrador sabe menos que cualquiera de sus personajes
El equivalente en la tipología de Friedman es la narración objetiva.
En este tipo de relato el narrador no tiene acceso a la conciencia de ningún personaje, sólo tiene conocimiento de lo que va ocurriendo y eso es lo que narra, Todorov escribe: “El narrador es, pues, un testigo que no sabe nada, y aún más, no quiere saber nada.”
Clasificación de situaciones narrativas en Genette
Esta última clasificación es la que sirve a Genette para definir su propia clasificación de situaciones narrativas, así:
Focalización cero
Correspondiente al primer aspecto en Todorov, un relato con narrador omnisciente, es decir, sabe más de lo que sabe el personaje.
Focalización interna
Correspondiente al segundo aspecto en Todorov, un relato con punto de vista fijo, variable o múltiple donde el narrador sólo sabe lo que sabe el personaje que determina su perspectiva.
Focalización externa
Correspondiente al tercer aspecto en Todorov, un relato objetivo donde el narrador sabe menos de lo que sabe el personaje y por tanto sólo cuenta lo que pasa sin acceso a la conciencia de algún personaje.
Así cerramos el episodio de hoy, te recuerdo que las recetas para escribir ficción no existen, la teoría es funcional para ampliar los recursos creativos y nada más.
Preciosa humanidad, muchísimas gracias por escucharme.
Un saludo, un abrazo gigante y hasta luego.