Si queremos una receta para escribir ficción sería esta: conocerse a uno mismo, tener pensamiento analítico y amor, pero como las recetas son odiosas digamos que esta es la antirreceta de Robert Mckee.
La parte más difícil dentro de esta antirreceta es conocerse a uno mismo, no por nada hay tantos libros, talleres y demás actividades enfocadas a la superación personal, de verdad el ejercicio de conocer y de estar bien con uno y decidir charlar con uno en paz… eso es difícil, es bastante difícil, pero hay que recorrer el camino, ese que libera al escritor y le permite perderse el miedo, cuando eso pasa puede escudriñar dentro de sí y encontrar las partes más oscuras y más brillantes que le va a regalar a esos personajes que está creando.
Perderse el miedo, perder el miedo a conocerse, perder el miedo a charlar con uno a admitir lo que uno es. Pero… está bien, salí al mundo con tu máscara, todos tenemos una, todos la abrazamos, la cuidamos, la lijamos, la pintamos y la ponemos bonita para que cuando salgamos al mundo nos digan ¡qué bonita! —no estoy hablando de maquillaje, por favor ¡no estoy hablando de maquillaje!— pero esa máscara también ha sido creada por vos, entonces por el hecho de ser una máscara no vas a decir que no sos vos, no, sí sos, es muy probable que proyecte lo que quisieras ser al liberarte de algún temor o de algo que sos detrás de la máscara y que no te gusta; reconocer esas cosas no es entrar en un ejercicio psicológico para tratar de cambiar y volverte emocionalmente perfecta o perfecto, no, no es ese el objetivo, para el ejercicio de escribir el objetivo es, puntualmente, conocer esas capas teniendo en cuenta que cada vez, mientras vas madurando se van creando más capas entonces el ejercicio de conocerse no termina nunca, porque a medida que aprendés más cosas, que te relacionás con más gente, tu cabeza se va modificando, tu relación con el mundo se va modificando y van creciendo esas capas y toca conocerlas porque algunas se crean y uno no se da cuenta y cuando vas a escudriñar en tu cabeza decís: ¡ah! Mirá, yo soy así, es importante, es importante conocerse, sin odio y lo digo porque puede parecer muchísimo más fácil relacionarse y amar a la pareja, a los amigos, a la familia que quedarte un día sola en tu casa sin libros, sin internet, sin televisión, sin algo que te aleje de a donde sea que te quiera llevar la cabeza, lograr eso no es un ejercicio fácil, yo creo que es necesario, yo creo que es importante y creo que es justamente a aso a lo que refiere Robert McKee cuando dice que conocerse a sí mismo es una de las cosas más importante que debe hacer un escritor.
“…el diseño de la historia dará testimonio de la madurez y la visión interna del guionista, su conocimiento de la sociedad, de la naturaleza y del corazón humano”
Su conocimiento de la sociedad, de la naturaleza y del corazón humano, empezando por el tuyo. Cuando creás un personaje “el corazón humano” es entender al otro, por ejemplo: a mí siempre me genera mucho temor escribir personajes masculinos, lo que hago es utilizar un modelo, siempre, entonces todos los personajes masculinos que he escrito están basados en hombres reales, generalmente uno, uno que otro es la mezcla de un par que eran parecidos en ciertas cosas y diferentes es aspectos que también encontraba muy interesantes para que estuvieran en una sola persona, para ampliar sus contradicciones internas; pero, para curarme en salud y no terminar creando una mujer con nombre de hombre, me baso en personas reales. Con los personajes femeninos me resulta relativamente más sencillo, también uso modelos, no uno, varios, son más Frankenstein, porque me es más fácil, porque soy mujer entonces puedo jugar con ellas porque me es más simple imaginarme sus circunstancias.
A este respecto cualquiera podría decir: “Eddy eso no hay que pensárselo tanto, los hombres y las mujeres somos iguales” pero no, no somos iguales, somos políticamente iguales y por eso sabemos que todos deberíamos tener los mismos derechos, claro. Pero, psicológicamente iguales, cada uno de nosotros se ha expuesto a lo largo de la vida a circunstancias y situaciones determinadas por el género, la etnia, la nacionalidad, esas diferencias determinan cómo nos ven y cómo nos vemos; no es lo mismo nacer mujer con pene que mujer con vagina, o nacer hombre con vagina que nacer hombre con pene, no es lo mismo ser mujer negra en Cali que hombre negro en Cali, hombre blanco y gay en Cali que hombre negro gay en Cali, no es lo mismo ser lesbiana, gay, heterosexual, transexual, travesti, etc, no es lo mismo ser hombre que ser mujer y si tenemos claro que no es lo mismo, no podemos ser tan facilistas para a la hora de escribir cambiar de opinión, porque es más fácil no pensarlo mucho y decir, es que los hombres y las mujeres somos iguales entonces no hay que pensar en el género a la hora de escribir, pero sí, sí hay que pensarlo, eso determina rasgos muy importantes de la personalidad de tu personaje.
Sin embargo, habrán escritores que se aferren con las uñas a la idea de que se puede escribir sin pensar en estas diferencias y van a resultar personajes creíbles en universos creíbles, y sí, tienen razón, o no nos hemos creído todas las historias de Christopher Nolan, probablemente a ustedes les gusten sus películas tanto como a mí, pero él mismo admite que para escribir no piensa en género ni siquiera intenta que sus personajes tengan una voz distintiva, reconoce sin miramientos que todos sus personajes hablan como habla él y que podrían ser actuados por cualquiera independientemente del género.
Entonces ¿es o no es importante pensar en estas diferencias? Yo creo que sí, es importante, es importante incluso para decidir que no las vas a usar, es importante entender el porqué. La respuesta, para darla a partir de los postulados de Rober Mckee, está ligada al género dramático. Pero de eso hablaremos en otro podcast. En mi opinión, para volver al ejemplo de Nolan, sus películas ganarían en profundidad si se preocupara por estos aspectos sociales y los incluyera, pero que no lo haga no cambia el hecho de que lo ame desde lo más profundo de mi ser.
¿De qué no nos podemos liberar, en ningún caso? De las diferencias psicológicas, pensemos por ejemplo en dos mujeres, mi hermana y yo: somos negras, colombianas, caleñas, estudiamos en el mismo colegio, ambas fuimos deportistas, fuimos criadas por mi Mamá y mi Papá en la misma la casa, pero ella tiene dos hijos, y yo tengo obras de teatro y una ligadura de trompas (sí acabo de poner a mis sobrinos en el mismo nivel que mis obras, pero es que no tengo más con qué compararlos, no tengo mascotas). Mi hermana y yo somos extremadamente diferentes, ni siquiera nos gusta la misma comida y mi Mamá jamás cocinó algo diferente para cada una, pero somos diferentes es costumbres, gustos, intereses, personalidad, obvio hay similitudes, muchas y al mismo tiempo somos opuestas, ¿por qué? Es la pregunta, porque al final esas etiquetas que nos agrupan son importantes, pero son solo un paso para empezar a achicar el espectro, nuestra tarea es achicarlo tanto como nos sea posible, entre más chiquito, estamos más adentro en la psicología del personaje
“El diseño de la historia dará testimonio de la madurez y la visión interna del guionista su conocimiento de la sociedad, de la naturaleza y del corazón humano”
Por eso hay que achicar el espectro, para llegar al corazón humano, para entender la psicología del personaje e insisto en que, como dice McKee, todo esto empieza en uno mismo, y es así por un par de razones: primero, si hacés el ejercicio de escudriñar en vos vas a encontrar un camino funcional que te permitirá tener unas herramientas para empezar el ejercicio de escudriñar en otros; y segundo, vas a alejarte de los prejuicios, al revisar en vos verás tus prejuicios y podrás decidir qué hacer con ellos para ayudar a tu ficción y al adentrarte en la psicología de los personajes podrás darles voz a partir de su humanidad y no a partir de tu valoración moral.
Estás en el Calentamiento del Gimnasio para Escritores, acá los martes y jueves te entrego el resumen de un libro de teoría para escritores de ficción y los viernes envío a tu correo ejercicios de escritura creativa, son ejercicios diseñados para ayudarte a liberar los bloqueos generados por la hoja en blanco y para que pongás en práctica los pilares de este Gimnasio: autocrítica, determinación y constancia.
Hoy empezamos el resumen del libro Story de Robert McKee.
Mi nombre es Eddy Janeth M.H, yo soy escritora, directora de teatro, docente, fundadora del Gimnasio para Escritores y tu entrenadora personal.
¿Empezamos?
Preciosa humanidad, les saludo. Esta introducción me salió larga, “¿cómo así? Apenas vamos a empezar, sí… no mentiras ya vamos como a la mitad, pero no quería cortar la idea por eso apenas saludo. Antes de continuar te recuerdo que, las citas textuales las escuchas en segundo plano.
Ahora sí…
Estoy resumiendo Story de Robert McKee, la versión en español se llama El guion, pero a McKee no le gusta ese título, lo sé porque él mismo cuenta que se agarró con las uñas del título en inglés, le estaban sugiriendo que lo cambiara a The Screenplay, ese sí podría traducirse como El guion, y él dijo que no porque aunque utilice ejemplos de películas para explicar los conceptos lo hace porque su medio es el cine pero que el libro lo escribe con la intención de hablar de cómo escribir historias independiente de estas son cuentos, novelas, teatro, cine… y sabemos que yo comparto esta opinión, así que finjamos que la traducción del título libro es La historia, pero si lo van a buscar para leerlo se llama El guion.
¿Quién es Robert McKee? En algunas entrevistas lo presentan como el gurú de los guionistas, en otras dicen que más sesenta películas han ganado en los premios Oscar y han sido guiones escritos a partir de su teoría.
¿Y cuál es su teoría? Pues el mismo McKee dice que ninguna, que no hay teoría que lo que él hace es un llamado para se enseñen los principios para la escritura de ficción que ya se conocen y habla de principios en el mismo nivel que las notas en la música, es decir, si usted no conoce las notas no puede componer si usted no conoce los principios no puede escribir. En este sentido, él dice que no propone nada nuevo sólo recoge lo que ya se sabe que funciona al escribir ficción.
Importante: del mismo modo que las notas musicales no son una receta para componer música, los principios que recoge McKee no lo son para escribir ficción.
Escribe arquetipos no estereotipos:
“Las historias arquetípicas desvelan experiencias humanas universales que se visten de una expresión única y de una cultura específica. Las historias estereotipadas hacen justamente lo contrario: carecen tanto de contenido como de forma. Se reducen a una experiencia limitada de una cultura específica disfrazada con generalidades rancias y difusas”
Huimos de los estereotipos cuando llenamos de detalles la historia y los personajes es justamente lo que decíamos con los modos del relato en Genette, al hablar de Mimesis y relato puro, ahí los detalles eran la base para aproximarnos a una ilusión de mimesis aquí lo son para alejarnos del estereotipo y acercarnos al arquetipo, en ambos casos, el objetivo es llenar de realidad y humanidad la ficción.
Por otro lado, en el resumen de El héroe de las mil caras y en el de Los tres usos del cuchillo decía que Campbell y Mamet, respectivamente, hablaban de cómo el viaje del héroe termina siendo un camino en el que, al final, este personaje protagónico se encuentra a sí mismo; bueno, McKee extiende este encuentro al camino que recorre quien escribe:
“…una vez entramos en ese mundo extraño, nos encontrarnos a nosotros mismos. Escondida en las profu1didades de esos personajes y sus conflictos hallamos nuestra propia humanidad. Vamos al cine para acceder a un mundo nuevo y fascinante: para suplantar virtualmente a otro ser humano que al principio nos parece muy extraño pero que en el fondo es como nosotros, para vivir en una realidad ficticia que ilumina nuestra realidad cotidiana. No deseamos escapar de la vida sino encontrarla, queremos utilizar nuestra mente de modo estimulante y experimental, flexibilizar nuestras emociones, disfrutar, aprender, aportar profundidad a nuestros días.”
Y al mismo tiempo, es importante no perder de vista al espectador:
“Ninguna película podrá funcionar si no nos adelantamos a las reacciones y expectativas del público. Debemos dar forma a nuestras historias de tal manera que expresen nuestra visión y satisfagan los deseos de los espectadores. El público es un factor tan determinante para el diseño de la historia como cualquier otro elemento. Sin él, el acto creativo es inútil.”
Lo importante no es la historia sino cómo se cuenta
Yo estoy convencida de que las malas ideas no existen, es decir, cualquier cosa es susceptible de volverse una buena historia, porque lo importante no es la historia sino cómo se cuenta y ese cómo está alimentado por el conocimiento de quien escribe. En la introducción hablaba de uno de los tres ingredientes de lo que denominado la antirreceta para escribir ficción de Robert McKee, los ingredientes eran: conocerse a uno mismo, tener pensamiento analítico y amor; ahí hablamos ampliamente del primer punto, creo que el último está ligado al primero creo que entre más se conoce uno mayor capacidad de amar tiene, amar en el sentido amplio, amarlo todo ¿y la capacidad de análisis? Bueno, eso tiene que ver con el conocimiento que tenga quien escribe sobre el tema y la historia que quiere contar, este conocimiento se gana con investigación, observación, capacidad de abstracción y experiencia, esto es lo que dice McKee:
“El novato se lanza hacia delante, contando únicamente con su experiencia, pensando que la vida que ha vivido y las películas que ha visto le dan algo para decir y una forma para decirlo. Sin embargo, la experiencia está sobrevalorada. Obviamente, queremos escritores que no se escondan de la vida, que la vivan profundamente, que la observen con detenimiento. Esto es vital, pero nunca es suficiente. En el caso de la mayoría de los escritores, el conocimiento que obtienen de la lectura y el estudio se equipara a la experiencia o la supera, especialmente si esa experiencia no se analiza. Conocerse a uno mismo sumado a una profunda reflexión acerca de nuestras reacciones ante la vida, es la clave.”
Luego vienen las preguntas vitales que debemos hacernos para construir la historia:
“¿Quiénes son esos personajes? ¿Qué quieren? ¿Por qué lo quieren? ¿Qué hacen para conseguirlo? ¿Qué les detiene? ¿Cuáles son las consecuencias?”
Luego, el análisis te será funcional para, entre otras cosas, tener la capacidad de extraer de la realidad lo que es funcional para contar la historia, para darte cuenta de que una conversación literal de la vida real, por ejemplo, puede resultar poco interesante en escena:
“La peor excusa que se puede utilizar para incluir algo en una historia es: ‘Pero es que en serio eso pasó’ . Todo pasa; todo lo imaginable ocurre. De hecho, también ocurre lo inimaginable. Pero, la historia no es la vida real. Los meros acontecimientos no nos acercan a la verdad. Lo que ocurre es un hecho, no una verdad. La verdad es aquello que pensamos sobre lo que ocurre.”
Entonces, ¿si tenemos capacidad de análisis, autoconocimiento y amor estamos listos para escribir ficción? Pues no, el ingrediente más importante es saber contar una historia:
“El talento literario y el talento para contar historias no sólo son totalmente diferentes, sino que además no guardan relación, dado que las historias no necesitan estar escritas para ser contadas. Las historias pueden expresarse a través de cualquier medio de comunicación humano. El teatro, la prosa, el cine, la ópera, el mimo, la poesía, la danza son todas formas maravillosas del ritual de contar historias, cada una de ellas con sus propias delicias. En diferentes épocas, sin embargo, una ha dominado a las demás. En el siglo XVI fue el teatro; en el XIX, la novela; en el XX, el cine, el gran concierto de todas las artes.”
Este libro se publicó en los 90 así que McKee no sabía lo que estaba cocinándose para el siglo XXI, en este siglo son los video juegos, el chisme es que hoy en día la industria de los video juegos es más grande que la del cine y la música y además logran lo que el cine no puede lograr, lo que el teatro ha intentado con éxito relativo y que Netflix intentó en un episodio de Black Mirror, otorgarle al espectador, en este caso al jugador, un poder de decisión, real, sobre la historia. Lo que los video juegos logran en estructura e interacción es muy difícil de emular en el teatro o el cine.
Pero volviendo a la antirreceta para escribir ficción:
“Los grandes maestros de contar historias saben cómo exprimir vida de las cosas más diminutas, mientras que los de mala calidad reducen lo profundo a banalidades. Tal vez se tenga la perspicacia de un Buda, pero, si no se sabe cómo contar una historia, las ideas se secan más que la tiza.”
Preciosa humanidad, así cerramos el episodio de hoy, te recuerdo que las recetas para escribir ficción no existen, la teoría es funcional para ampliar los recursos creativos y nada más.
Muchísimas gracias por escucharme, un saludo, un abrazo gigante y hasta luego.